miércoles, 29 de abril de 2009

Practica 6: Gran Hermana inglesa


En los últimos años han crecido por todo el mundo personas que han decidido vender su vida a los medios de comunicación con afán de lucrarse. Muchos lo han conseguido. Su profesión no es otra que ser famosos de palo, saliendo en cualquier plató de televísión contando cualquier bravonería, anécdota, etc. Incluso, ha habido quien se ha hecho pasar por periodista.

En nuestro país estamos acostumbrados a tener progamas los fines de semana, que bajo la aureola de una tertulia política se esconden vrdaderos coloquios sobre la vida de las personas. Esto no educa, sí vende, pero no educa. Los medios han dejando de ser lo que son para convertirse en simples empresas que buscan un beneficio a cualquier precio. Sí, a cualquier precio. Son ellos los que deciden qué tiene éxito y que no, y también qué emiten y que no. Así que, los contenidos televisivos cada vez son de menos calidad, perdiendo así la reputación que antes tenían.


Parecía que ya habíamos visto todo en televisión. Pero no.

Este principio de año pudimos ver en Inglaterra cómo una ex concursante de Gran Hermano, Jane Goody, famosa por insultar con palabras racistas a una estrella de Bollybood, Shilpa Shetty, y producto de nuestro tiempo, decidía vender su muerte a los medios, con el fin de recaudar todo el dinero posible para dejarle una herencia a sus dos hijos. Los medios, una vez más, vieron en este asunto tan dramático un buen beneficio comercial y se lanzaron en tromba a conquistar tan codiciada exclusiva. Entre ellas, la carismática BBC. Los medios habían decidido que la estrella de la telerrealidad británica iba a copar las portadas de la agenda mediática, por entender que su vida, merecía todo el interés posible todo el siguiemiento inimaginado. En fin, los medios están enfermos, heridos de muerte. Ya no distingun qué es de interés nacional y que no. Y cuando lo eligen, ponen a una peluquera, barriobajera, icono de lo vulgar que ha ganado dinero durante un tercio de su vida a costa de la televisión.


El resultado de todo este circo mediático fue impresionante. Se creó un movimieno social en torno a la historia de esta joven en todo el mundo. El dramatismo de una muerte anunciada a viva voz se convirtió en el reportaje de oro, oro por su valor material. Y los medios, una vez más, hicieron caja. La familia de la joven ya ha firmado un contrato con Chanel 5 para hacer un documental sobre la vida de Jane.


Aparte de ese movimiento social, en el que incluso participó el Primer MInistro, Gordon Brown, apareció la voz de la conciencia y la ética. Muchos sectores de la población y del periodismo se mostraron totalmente en contra de estas prácticas, porque no hay que olvidar que es el medio el últio responsable de la emisión. Los profesores de las facultades de periodismo vieron una excusa perfecta para intercambiar impresiones sobre la ética o no de este acontecimiento. Hablaron de la deontologia profesional y de si eso es periodismo y emitible.


Al final, no se grabó como estaba previsto la muerte de Jane Goody. Las múltiples críticas y la polémica hicieron, al menos, recapacitar a los responsables. Y sólo se mediatizó la boda de la gran hermana con su novio y los bautizos de los dos hijos.


El 22 de marzo de 2009, tras meses de exhibir su agonía, Jane Goody falleció en su casa de Essex rodeada de los suyos, en silencio, de manera íntima y con la sonrisa de haber hecho como madre lo que ha estado a su alcance para procurarle a sus hijos una buena vida. Aun así, este bello fin no puede justificar en ningún caso los medios. Y esto es lo que el sector de la comunicación debe plantearse.


Las personas pueden decidir qué hacer con su vida y con su muerte. Pero la tele debe seguir siendo responsable con lo que emite y ha llegdo un punto en el que ni informa, ni educa ni entretiene. ¿Dónde está el límite?

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